LA VIDA DE LAS PALABRAS: MUJER

 

“Mujer”. ¿Quién no ha oído la palabra? ¿Quién no la ha utilizado? ¿Quién se ha parado a pensar en su historia? Porque “mujer” tiene toda una historia propia detrás, una historia que vemos evolucionar al compás de los derechos de las mujeres; en la historia de “mujer” vemos reflejada la lucha por la equidad, por el reconocimiento, el sacrificio de miles de mujeres que luchaban por un mundo mejor, el lento pero constante avance para alcanzar la equidad entre hombres y mujeres. Por eso, por todo lo que “mujer” representa, os haré un breve resumen de todo el camino que ha tenido que recorrer hasta nuestros días.



Como he dicho antes, pese a que la usamos continuamente no nos solemos parar a pensar en su origen ni desarrollo. Pues bien, “mujer” proviene del latín mulier que se suele asociar con el adjetivo “mullis” cuyo significado es “blando o aguado” y cuya raíz encontramos en palabras como “mullido” (qué extraño nos suena que se asocie a la mujer con algo blando ¿verdad?).

En lo referente a sus entradas en los diccionarios a lo largo de la historia, nos encontramos con que en el Vocabulista arábigo en letra castellana (1505) de Pedro Alcalá se consignan, entre otras, las siguientes referencias: “mujer casta”, “mujer varonil”, “mujer de marido”, “mujer machorra”. Probablemente un reflejo del interés de la época. Más tarde en Origen y etimología (1611) de Rosal, vemos la procedencia del término: “muger de muliere latino, y este de molle que es cosa afeminada y blanda; y así el italiano la llama moglie”. Aquí volvemos a ver esa referencia latina a algo blando y comprobamos cómo esto queda fuertemente vinculado a “femenino”.

En el Tesoro de la lengua española (1611) de Covarrubias, para ayudar a la comprensión del complejo significado de mujer, se incluyen algunas perlas, muy resumidamente: “la perdición de los hombres, cautiverio de la vida, daño continuo…” Todo muy agradable y para nada asociaciones que a día de hoy no se usen ni que estén fuertemente presentes en la sociedad ni en la cultura (nótese el sarcasmo). A partir de aquí podemos avanzar varios años hasta encontrar algún cambio significativo, como el que ocurre en 1914 gracias al Diccionario de la Academia usual, que define “mujer” como “persona del mismo sexo que ha llegado a la edad adulta…”, independizando (por fin) a la mujer del marido (con referencia a la definición de 1505). Algo muy importante ya que, si lo pensamos fríamente, hasta entonces es como si la existencia de la mujer estuviera condicionada por la del hombre. Aunque no todo podía ser tan de color de rosa y por eso me parece importante destacar que los puntos suspensivos sustituyen a una retahíla de adjetivos denigrantes que, de nuevo, para la sorpresa de pocos, siguen presentes en nuestro día a día y habremos oído más de una vez, adjetivos que por cierto solo están presentes en la definición de “mujer”, porque ¿a quién se le ocurriría asociar al hombre con la prostitución o las tareas domésticas? Esas son a fin de cuentas cosas de mujeres.





En fin, hasta aquí el breve resumen de la evolución de “mujer”, aunque para acabar creo que es importante anotar que sí, que hemos hecho avances, que ahora en el diccionario no aparece “mujer” como insulto a los hombres, aunque (pese a que algunos lo nieguen) sí que se siga usando en el día a día. Pero al lado de “mujer” sigue estando “mujercilla” y no, nos es en referencia a una mujer pequeña (como ocurre con “hombrecillo”) sino como prostituta. Por suerte tenemos el consuelo de que “mujer” seguirá evolucionado y queda la esperanza de que llegue el día en que esto cambie.

ZARA B.

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