LA VIDA DE LAS PALABRAS: DESASTRE

 


Vaya, ya estamos otra vez con la palabra de todos los días. Encendemos la televisión y escuchamos los desastres que suceden en todo el mundo; nos entregan la nota de un examen y… ¡Qué desastre! Vamos en coche al trabajo y un día más hay atasco -qué desastre, otra vez llegaremos tarde-. Pero no te preocupes, aquí vamos a investigar cuál es el origen de esta famosa palabra y te aseguro que cuando llegues al final no te parecerá un desastre haberlo leído.

Actualmente, según la RAE, esta palabra viene a significar “desgracia grande o suceso infeliz y lamentable”. También la utilizamos para designar a una persona poco hábil, que lo hace todo mal. Pero esto no siempre ha sido así, al menos si consideramos la causa del desastre a la persona que lo ocasiona. Si nos remontamos a 1611, ya podíamos encontrar esta palabra presente en el diccionario de Covarrubias. Por aquel entonces ya tenía una connotación un tanto negativa, pero todavía venía a significar desgracia lamentable atribuida a los astros.

Esta palabra viene del francés provenzal desastre, y esta, a su vez, del antiguo italiano disastro, que originalmente viene del griego. Su prefijo dis- y aster, da lugar a “sin astro”, lo que viene a ser “mala estrella”, vamos, una desgracia. Y es que, como todos sabemos, los griegos estaban fascinados por la astronomía y creían firmemente en la influencia de los astros en su vida. Por eso utilizaban esta palabra para quejarse del mal tiempo o de las posiciones desfavorables de los planetas y su repercusión en su vida cotidiana. Un dato curioso es que fenómenos como eclipses, cometas, supernovas, etc., los cuales hoy consideramos asombrosos, eran considerados por los antiguos griegos también como desastres.


La primera manifestación escrita de esta palabra que encontramos en el CORDE se sitúa entre los años 1376 y 1384 en el Libro de actoridades (Rams de flors) el cual fue escrito por Juan Fernández de Heredia y cuyo tema era la literatura sapiencial.

Ahora que conocemos un poco más sobre la vida de esta palabra, podemos comprobar que ya desde su origen a nadie le gustaba nombrarla. Pero ahora, cuando tengas un día desastroso o te digan que eres un desastre de persona, puedes mirar al cielo y culpar a las estrellas tal y como hacían los antiguos griegos en lugar de culparte a ti mismo.

ALBA R.

 


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