LA VIDA DE LAS PALABRAS: ALARMA

Con "La vida de las palabras" iniciamos unos pequeños trabajos de investigación etimológica realizados por los alumnos de 4º ESO para sus clases de Lengua castellana. Os enseñamos a continuación el origen de la palabra "alarma" y sus derivados (realizado por Claudia R.)

En la actualidad estamos muy  familiarizados  con la palabra  alarma. La mayoría de nosotros la utilizamos todos los días para despertarnos y en los últimos tiempos todos hemos tenido pesadillas con el famoso estado de alarma.  Pero seguramente no te has parado a pensar en su curioso origen.



La primera vez que oímos esta palabra es en el italiano antiguo  all’arme, un grito  que significa “a las armas”.


Esta llamada se tomó prestada en otros idiomas y así fue cómo surgió la palabra española alarma.  A todo esto, se dice que en el pasado la utilizaban en la península para avisar cuando se acercaban los musulmanes  y que todos estuvieran preparados para  defenderse. 

Como seguramente deduzcas, las palabras  "armada, armamento, desarmar  y  armadura" provienen de la palabra "arma". Pero seguro que no sabías, o no te habías parado a pensar, que las palabras "armadillo o armario" también  provienen de "arma".  





La primera manifestación escrita que encontramos de la palabra alarma en el Corpus diacrónico del español (CORDE) data de 1491, inserta en la obra del autor español  Alonso de Santa Cruz,  Crónicas de los Reyes Católicos:  

Y llevó cinco mil hombres consigo, y llegaron a tiempo que los alfaquíes estavan dando voces llamando a la çala, en la hora que los cristianos tañen a los maitines. Y como los cristianos oyeron las voçes, pensaron que eran sentidos, y determinaron de descubrirse, y dar alarma, mandando tocar al arma con las trompetas. 

Estos textos nos muestran que la palabra se seguía usando para avisar a la gente de que se armara cuando se creía que había peligro. En 1726, cuando la encontramos  por  primera vez definida en un diccionario, el Diccionario de autoridades de la Real Academia Española, mantiene ese significado: “Modo de hablar con que se incita a tomar las armas, que casi se ha hecho ya sustantivo”.


Resulta curioso comprobar también cómo frente a la única entrada que había con el lexema de alarma en aquel primer diccionario, en 1992 encontramos cuatro palabras más formadas por derivación: alarmador, alarmar, alarmismo y alarmista. 


Un siglo después de aquella primera definición, la RAE seguía dándole el mismo significado. En 1927  se le añaden dos nuevas definiciones: 

1. Rebato. Convocación de vecinos. 

2. Inquietud o sobresalto causado por algún mal que repentinamente amanece. 

Hoy en día  mantiene todos los significados que ya hemos mencionado, sumándole el de un mecanismo que nos avisa de algo, como puede ser la alarma del teléfono móvil, la alarma de incendios o la alarma de robos.  Naturalmente , la percepción popular sí que ha cambiado. Cuando pensamos en alarma, lo último que se nos ocurre es relacionarla con un grito para armarse, aunque hay que reconocer que en la actualidad todavía conserva un significado connotativo bastante negativo: a ninguno nos gusta que nos despierte a las siete de la mañana para ir a clase o a trabajar. 

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