LA VIDA DE LAS PALABRAS: LA PLUMA Y EL CALAMAR

¿Sabías que las palabras tienen cumpleaños? ¿Alguna vez te has parado a pensar cuánto tiempo hace que se empezaron a usar? A continuación te vamos a contar una historia sobre la palabra calamar, para que el día que te inviten a una comida y estés degustando al apreciado cefalópodo sepas decirles a tus anfitriones cuándo es su cumpleaños. Obviamente, hablando de forma figurada.





Todos sabemos que una de las recetas más típicas es la de los calamares a la romana, y el caso es que la palabra calamar proviene del latín calamarius (que contiene cañas para escribir), y esta a su vez de calamus (caña o pluma que se utilizaba para escribir en la antigüedad y que se obtenía del tallo de una planta o de una pluma de ave).



Resulta sorprendente que este molusco con tentáculos esté tan relacionado con la escritura que incluso se diga que tendría que ser la mascota de los escritores por contener en él lo necesario para escribir: pluma y tinta. Por un lado, comprobamos que su propio nombre tiene una estrecha relación con el instrumento para escribir; pero es que además el calamar alberga en su interior una concha córnea que tiene forma de pluma, lo que se denomina “pluma del calamar”.

Probablemente tus anfitriones la hayan desechado cuando limpiaban los calamares. Y por si esto fuera poco, todos conocemos la famosa tinta del calamar. ¿Sabíais que la segregan para defenderse cuando se sienten atacados? Una mirada poética lo relacionaría con el hecho de que los escritores a veces se desahogan o se defienden ante algo escribiendo con el líquido negro que los calamares segregan cuando están en la misma situación.  








Investigando en el Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española (NTLLE), encontramos su primera aparición en el Vocabulario español-latino (1495) de Antonio Nebrija. Posteriormente, aparece definido en el Tesoro de la lengua castellana o española (1611). Sebastián de Covarrubias ya aproximó la definición a la actual: “pescado conocido, especie de gibia”; incluso ya hablaba de la pluma  y la tinta. 





Hoy en día, la definición que recoge la RAE es “molusco cefalópodo comestible, de cuerpo alargado, con una concha interna en forma de pluma de ave y diez tentáculos provistos de ventosas, dos de ellos más largos que el resto, y que segrega un líquido negro para defenderse de los ataques”. Covarrubias estaba equivocado ya que él consideraba al calamar como un pescado, aunque en realidad esto se debe a que en aquella época la taxonomía todavía tenía mucho camino por recorrer dentro de la Biología. Hoy, como decíamos, se considera un molusco cefalópodo. Sabiendo que la propia palabra cefalópodo no la encontramos en un diccionario español hasta 1853 (Suplemento al Diccionario nacional de Domínguez), disculpamos al señor Covarrubias.





¿Y qué hay de pluma? Pues es preciso señalar que ya el Diccionario de autoridades presentaba varias entradas, entre las que se incluía una que hacía referencia no solo a la pluma de ave que se usaba para escribir sino a cualquier instrumento que tuviera esa función. Por cierto, en ese primer diccionario aparece también el sustantivo cálamo como sinónimo de… Pluma, efectivamente. Como veis, más relación con la escritura no se puede tener.

Cabe destacar que la primera aparición ‘oficial’ de calamar en los testimonios recogidos en el Corpus diacrónico del español (CORDE) la encontramos en un cancionero de Antón de Montoro en 1445, por tanto, podemos decir que la historia escrita de esta palabra en castellano tiene al menos… ¡577 años! Muchas velas que soplar tiene el calamar.








Llevando esta palabra al ámbito cómico, solo queda por decir que se puede emplear tanto como insulto simpático, como de mote cariñoso en tono coloquial, de ‘colegueo’: ¡Pero qué haces, calamar!








En cuanto a dibujos animados… ¿Quién no conoce a Calamardo? Y actualmente, una serie muy famosa de Netflix contiene esta palabra, la popular El juego del calamar












¿Te imaginabas que una palabra de 7 letras, 3 vocales y 4 consonantes iba a tener tanta historia detrás? Por cierto, que en latín calamar se decía lolligo y claro, con ese nombre, los antiguos romanos todavía no se habían atrevido a inventar la receta de calamares a la romana.


SORAYA A. Y MARINA S.






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